Creado por Edo.

NextGen

Ya no hay lugar para las multitudes, el exceso colapsa, los cuerpos se diluyen en ruido, el futuro fue cancelado y el pulso frío ya gobierna.

NextGen no es una colección de imágenes. Es un posicionamiento. Un registro visual de una generación formada en el colapso, la saturación y la transición forzada. Surge desde la constatación de un quiebre: el sistema de sentido que conocíamos dejó de funcionar.


Habitamos un contexto donde lo humano es gestionado, lo espiritual es reemplazado por procesos automáticos y el cuerpo opera como interfaz. La identidad ya no se construye: se optimiza, se corrige, se consume. NextGen trabaja desde esa fricción, sin nostalgia y sin promesas de futuro.


La obra se estructura en capítulos no narrativos. No cuentan una historia: registran estados. Cada imagen funciona como un punto de tensión entre control y deseo, fe y algoritmo, carne y señal. No hay progresión ni resolución. Solo acumulación.


Los elementos visuales que se repiten: figuras religiosas alteradas, infancias coronadas, ojos múltiples, gestos de adoración, cuerpos conectados, halos suspendidos, no representan personajes. Operan como arquetipos contemporáneos. Símbolos vaciados de su función original y reprogramados dentro de un paisaje distorsionado.


El color azul atraviesa toda la serie como código. No es atmósfera ni emoción. Es estado: interferencia, latencia, señal inestable. Un espacio intermedio donde las categorías tradicionales dejan de ser operativas. Entre los capítulos aparecen interludios. No explican ni alivian. Funcionan como interrupciones conscientes, fragmentos de pensamiento y residuos de lenguaje. No guían al espectador: lo exponen.


Hacia el final, la obra intensifica su lógica. Lo divino y lo tecnológico se superponen sin conflicto. La devoción se convierte en mecanismo. El cuerpo pierde autonomía. No hay redención. Solo un último gesto de conciencia: ver con claridad dentro de un sistema que ya no promete salida.


NextGen no busca empatía ni identificación. No ofrece respuestas ni soluciones. Exige atención. Es una invitación a observar el presente sin filtros, a reconocer la ruptura y a aceptar que el fin de una era no es un evento futuro, sino una condición activa.


Si estás aquí, no es azar. Es fricción.